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domingo, 18 de abril de 2010

UN HERMOSO CUENTO.



Fue un día cotidiano, nada parecía presagiar que aquél día llegaríamos a alcanzar la mayoría de edad como civilización. Todo lo contrario…

Geólogos, Meteorólogos, Físicos, Sismólogos, Biólogos y Naturalistas, tenían todos los datos pero no habían tenido en cuenta su interrelación; la “Música”.

Aquel año, la naturaleza había sido feroz en todos los puntos del planeta. Era cierto que desde los años anteriores se habían registrado un aumento de estos “caos” naturales, pero las personas estábamos tan aturdidos bajo el ensordecedor ruido de la maquinaría social que a lo más que llegábamos era a “asistir” consternados a tales desastres tras las pantallas de nuestros televisores, ordenadores y móviles.

En ellos siempre se cuantificaban las pérdidas económicas y victimas…parecía pasar inadvertido entre las cifras, los esfuerzos individuales de aunar voluntades para incorporarse a las labores de rescate, de un grupo mayor de personas que no creían en fronteras, muros, religiones, ideas, políticas. Solo sentían dentro de su pecho el dolor de otro ser como propio.

Los primeros en levantarse y hacer algo extraordinario fueron los primeros en escuchar su “Música”…Luego poco a poco, uniendo sus pequeñas o grandes acciones a través de los medios que contaban a su alcance fueron extendiendo el sentimiento de que todos éramos una sola identidad con un extraordinario abanico de voluntades, puntos de vista, emociones…

Desde diferentes puntos del planeta personas independientes, de distintas áreas, culturas, edades, educación, religiones cayeron en la cuenta, que todo aquel “caos” natural, tenía sentido.

Durante siglos habíamos tejido nuestros sueños entre ella y el cielo, pero no habíamos pensado que ”ella” era una entidad viva y consciente. Que al igual que esa extraña interrelación que nos llevaba a sentir el dolor ajeno como propio, ella también estaba estrechamente unida con la energía que se emanaba de ese tejido de impulsos compartidos.

Siglos después, se hallarían las respuestas en los conceptos más básicos de electricidad y magnetismo, cuando al fin los “oyentes” fueron millones y comenzaron a compartir con “ella” sus idiomas, que eran muchos.

Pasaron siglos para entender cuando ella se nos comunicaba a través de el fuego, el viento, el agua, el trueno…luego vendrían muchos más, cada vez son más.

Herman@s de más allá de donde puedas llegar a pensar, se empezaron a comunicar con ella compartiendo sus historias y las de los pobladores los cuales también habían alcanzado la comunión con respectivas “identidades”, que las nutrían.

Nuestra Madre Tierra al fin alcanzaba a compartir su legado con otras “consciencias” reforzando la eterna “Red Matriz” . Para muchas de las personas del siglo XXI, esto era una locura, fruto de una imaginación desmesurada, pero en su “alma”, siempre había sido comprensible, aunque no fueran conscientes de ello.

Tras siglos de años de tecnología con la que la habíamos infringido todo tipo de mal, ella seguía teniendo la paciencia de que llegaría el día que entenderíamos nuestra común sinergia. Habíamos afectado, su equilibrio y nos ejecutaba su música a través de desertizaciones, tsunamis, deshielos, terremotos, lluvias, atmosfera debilitada que producía una radiación residual que hacía desplazar los polos magnéticos.

Los científicos al principio comparaban estos datos, con situaciones constadas a través de su conocimiento como si existiera un patrón natural. Pero cada día había más “oyentes” dentro de los propios círculos científicos y como os conté…la red se fue extendiendo. Cada vez fueron más y más tomando conciencia, voluntades y emociones.

Lo primero en hacernos intuir su “Música”, fueron los sucesos en Eyjafjalla, al principio solo escuchábamos las pérdidas económicas de las líneas aéreas y los perjuicios personales de los afectados, de esa nube repleta de elementos volcánicos que se desplazaban por la atmosfera. Luego llegaron otras erupciones en otros puntos del planeta.

Química, Bilogía, explicarían más tarde que aquellos elementos lanzados desde el interior de nuestra Madre Tierra, fueron los necesarios para restaurar la Capa de Ozono y caímos en la cuenta. Ella era consciente como entidad y consciente de toda su propia estructura viva. De ella habíamos recibido también esa capacidad que compartíamos de de auto equilibrio y regeneración conocida con el término que los médicos de aquellos años definían como homeostasis. Aunque tuvimos que prestarle mucha atención hasta llegar a entender sus leyes y ser conscientes de nuestra propia estructura.

Nunca nadie llamaría a este proceso revolución, porque fue algo más profundo e intimo que nos unió como un solo ser, lleno de ojos, manos, olores, tactos, sensaciones…donde todas nuestras visiones convergían en el hecho de que cada paso afectaba a todos y un todo aún incomprensible a nuestra concepción de la existencia.

Eso nos hizo callar, al comprender su generosidad, la de oportunidades dadas a lo largo de nuestra historia y así pudimos percibir entre todo el ruido que nuestro desarrollo había creado su música, su manera de decirnos que nunca habíamos estado solos y que nunca lo estaríamos mas…

Fue en un día cotidiano, porque a unos les llego antes, a otros más tarde…pero su “Música” llego a todas las conciencias y fue un hermoso proceso imparable…Por eso este Hermoso Cuento, es lo primero que le contamos a nuestros hijos la noches que nos preguntan por el trueno, la estrella o la lluvia, para que ellos se lo cuenten a sus hijos y no volvamos a perder nunca más la capacidad de escuchar la música de la Madre Tierra.

Principio.

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